domingo, 25 de febrero de 2007

Necia

Silvio llegó. Me enteré en enero que venía y ya planeábamos a qué hora hacer la cola para comprar las entradas. Desde esos días una larga y lenta capacitación en el Museo de Arte de Lima se apropió de mi atención haciéndome caer en una extraña laguna mental, que en los últimos días concluyó con la desidia, la somnolencia y el rostro crispado como el del jorobado de Notredame por leer sin lentes. El jueves era el último de los cuatro exámenes, ya quería acabar. El capacitador no se presentó. Fue en ese momento, luego del "su examen será pospuesto para el lunes", que desperté, faltaban horas para ver a Silvio, sentarme cerquiiiita, escucharlo ... Verlo!


Ubicar los asientos: "sigan a la señorita por favor", ubicar a los amigos: "yo lo voy a ver mejor, lero, lero", mandar mensajes jodientes a los que no estaban y comprar algo absurdamente caro para comer (canchita). Se apagan las luces, inicia Trovarroco y entra Silvio, la gente grita y yo me desespero porque en ese momento me di cuenta que la ausencia de lentes por varias semanas y las lecturas de amanecida sin ellos fueron fatales para mi visión: No lo veía nada bien. De inicio me frustré, luego me acostumbré a su imagen borrosa no por la serena respuesta a una gran lógica: no lo iba a ver bien ni cagando; sino porque al esforzarme en definir su figura me provoqué un horrible dolor de cabeza.

inicio



"Silvio noo se vaaa, noo se vaaa, Silvio noo se vaaa", Silvio se fue y regresó cinco veces. La gente gritaba su nombre y le rogaba canciones. Una decidida mujer que se perdió su concierto 20 años atrás me dijo: "Crucemos al otro lado". Jamás le hubiera negado nada a ese huayco de seguridad, la seguí, jalé a mi Sr. enamorado (responsable directo de mi presencia en el concierto) y pasamos a "SuperVip" mientras yo intentaba respirar. "SILVIOO!!". Cada segundo de ese momento empezó a ser catado por mis sentidos sobreestimulados: los sonidos, las texturas, los olores, el sabor de mi boca reseca a punta de gritos ... Sin embargo, extrañamente, como condenada por la maldita mala suerte seguía viéndolo borroso. Me acordé en ese momento de una película de Woody Alen en la que un director recuerda su vida desastroza con los cortos que había dirigido. En uno de ellos se ve a Robin Williams como el personaje "desenfocado", el que una mañana despierta y no se da cuenta que se ve borroso, mal enfocado; mientras su familia y su entorno, muy bien definidos, lo miran con extrañeza. Era la misma imagen. Luego de varios días Robin Williams se despierta y se ve nuevamente definido, pero paradójicamente su familia y entorno eran entonces los "desenfocados" y él seguía siendo la mancha, nítida ahora, en el común que lo miraba extrañado. Bueno, esa fue la imagen que tengo en mi memoria, Silvio extrañamente borroso en un escenario que se me presentaba nítido, como si él mismo fuera una bruma. Decidí cerrar los ojos y verlo, y así fue.



silvio



Al siguiente día él iría al Centro Cultural de San Marcos para serle otorgado el Honoris Causa, yo trabajé por varios meses allí. Me despertaron: Vas?, dudé, no podía ir, tenía mucho qué hacer. Escuché las canciones grabadas en su concierto: "será que la necedad parió conmigo". Me cambié y nada más, y fui a verlo. Gracias a la gente que me reconoció pude pasar muy temprano y encontrar el mejor lugar del mundo para verlo. Minutos después acomodaron el ambón desde donde leería su discurso a menos de medio metro de mi piel: YO=desconcierto. Llegó: "Silvio es sanmarquino!!", "viva cuba revolucionaria", soy testigo de las frases a las que se llega por la emoción: "SILVIO, TE AMO!!" En ese momento empezaba la siguiente escena del corto dentro de la película de Woody Alen. Silvio, birllante y nítido, se presentaba ante mi, sereno. Pude ver sus ojos detrás de sus lentes. Se acerca a hablar al ambón y hubo que pedirme compostura, tan nítido, tan cerca!. Su cabellos, ojos, voz ... En ese momento el resto de nosotros éramos los desenfocados. Silvio no nos divisaba en particular, éramos como bruma para él, yo era una bruma más, pero una bruma feliz. Sus gestos serios y palabras de hombre curtido por la vida me recordaron una parte del poema de Vallejo: "Comprendiendo/ que él sabe que le quiero/ que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente.../" Sus ojos de hombre rojo, sus dedos encallecidos por el "fusil-guitarra" y su mirada serena, analizante, incluso dura me recordaron a Joaquín (mi Sr. enamorado) , a su padre y su tío.


Salió del salón a un pequeño atril: "SIIILVIIIOOO!!!!!" de un momento a otro sus ojos se llenaron de alumnos, jóvenes todos, gritando su nombre siempre y rogando canciones como nunca. Su rostro se me hizo distinto, entonces todos fuimos los desenfocados, todos parte de la misma bruma familiar. Nos habló sin micrófono y nos cantó sin guitarra. El final del poema de Vallejo resonaba en mi cabeza: "le hago una seña/ viene,/ le doy un abrazo, emocionado./ ¡Qué más da! Emocionado... Emocionado..."

... Lentes? Para qué!

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