lunes, 7 de setiembre de 2009

Margot tiene en su cuarto una mesita de madera, sobre ella, su llave, los pañuelos, la pulsera, y un par de cajitas musicales de sus madres. La rosada es la más grande, protege aretitos y un par de amantes de plástico. La amarilla es la más antigua, esconde papelitos venenosos y medicinas incomprendidas. La caja amarilla no es la única que se siente mounstruosa. La mesita, tan útil y pequeña, esconde una mascarilla de plástico en la que se enrrosca un tubo largo, transparente y muy delgado conectado a una especie de vaso tapado donde alguna vez hubo liquido que burbujeaba. Margot, frágil y montuna, mira con dureza sus cajitas alegres cada vez que recuerda las sierpes traslúcidas escondidas en las tripas de la mesa.

No hay comentarios.: