sábado, 22 de diciembre de 2007

Cuanto más buena, más hermosa

Sus palabras para referirse a mi siempre se manifestaban en dulces: mi melocontoncito, mi mela mela, mi chancaquita, mi mingadito, mi azuquítar, mi mielcita, etc, etc, etc.
Su vocabulario para las palabras de cariño no tenían fin. Me protegió bajo su brazo, marcó mi independencia, influenció en un camino feminista, me crió bien.
Yo lo quiero demasiado y ha sido a una de las personas que más amé amo y amaré en toda mi existencia. Por ello lo extraño.

Qué es la vida, qué es la muerte? Mientras veo pasar las luces de los carros por la avenida, apoyada en el helado vidrio del carro que me lleva a casa. Mientras veo pasar un sin fin de recuerdos. Mientras lo veo monitoreando la construcción de nuestro nacimiento. Cada año había una nueva casita, nuevos pastorcitos, o nuevas ideas. Me enseñó a hacer casitas de cajas de jabón moncler y me enseñó que el cariño puede estar concentrado en detalles. Me enseñó que le dineró es lo menos importante, Intentó enseñarme a ser paciente. Me dijo que jamás debía ser una limosnera y que la frentaza (de quien apuntaba como responsable a mi madre) debía andar siempre en alto. Me enseñó que por mentiras hay gente que va a la cárcel y que lo que no deseo comer sería la salvación de algún niñito del África. Me repitió que para casarse no sólo necesito a alguien que me ame, si no a alguien que pueda luchar la vida conmigo. Me advirtió siempre que la vida no es nada fácil. Me abrazaba y me decía: "cuanto más buena"... a lo que yo respondía: "más hermosa!" Sembró bondad en mí y aún queda algo en este curtido cuerpo y maltrechos ojos. Hacía lo imposible por que supere mi timidez y celebraba cualquier cosa que yo hiciera. Jamás me comparó, siempre me escuchó.

Aún hoy, meto despacio la llave en la puerta y en un giro de cámara lenta mi corazón se infla, mi cuerpo se aligera y levito 3 centímetros de la tierra. Apresuro la marcha, termino de girar fieramente la llave, doy un paso dentro y pongo todo mi cariño en la mano, para luego detenerme con la misma rapidez dándome cuenta que no estarás sentado en tu sillón ni echadito en tu cama. Miro al piso, la noche, la brisa fría canturrea algo triste en mi oído, las luces de la calle iluminan la mitad de mi rostro. Tomo aire, recojo del piso el cariño derribado por el impacto con la realidad, lo junto en la mano y voy al cuarto a buscar a mi madre, ella, con tus fotos en la mano me mira y me dice siempre muy serena: "amorciiito, qué tal?" y luego me sonríe. Esta familia está dirigida por héroes.

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