miércoles, 28 de mayo de 2008

Canto Coral de libertad y el poeta sin cuerpo.


Lo harán volar con dinamita.
En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.
A golpes le llenarán de pólvora la boca.
Lo volarán: ¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia. Luego lo sangrarán: ¡y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza:
Sus pómulos, con golpes. Y con clavos sus costillas. Le harán morder el polvo.
Lo golpearán: ¡y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpe de matanza, lo clavarán: ¡y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Querrán descuartizarlo, triturarlo, mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos, cuando se crea todo consumado, gritando: ¡libertad! Sobre la tierra, ha de volver.

Y no podrán matarlo.


Esta madugada se halló el cuerpo sin vida de Alejandro Romualdo. La muerte es así, abrupta y groseramente dolorosa. Y hoy, luego de tantas pesadillas, sigo sintiendo que todos se van y que el camino es cuesta abajo... Pero no podrán matarlo.
Luego de estar forzadamente curtida, luego de ver de cerca como la muerte se apodera lentamente de un rostro, luego de extrañar; insisto en que la vida no termina cuando dejes de respirar, puedes hacerte inmortal en las pupilas de los que te vieron, en los oídos de los que te escucharon, en los corazones de los que en verdad te amaron y en la vida de los que de ti aprendieron.


La vida dejó al cuerpo y se filtró en el texto.

La pena no es la piedra que cierra mi nicho. Recompuesta regresaré a gritar libertad.

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