domingo, 22 de noviembre de 2009

Putrefactio

Rebotan mis sonrisas sobre el ventanal. El clima es como el bejuco de mi ánimo, ja. El cielo ya no me pesa, la brisa es amable y el sol me saluda desde temprano. El invierno ha sido un mal paso, uno decisivo. Mientras avanzaba lento me llevó a la cima de la colina y reveló mis tierras; desde allí apuntó sin sorpresa lo que había detrás de mis límites, en especial de aquellos que yo negaba, que todos negamos. Pude ver que dediqué muchos meses a abrir caminos a las montañas negras de mi debilidad, de mi maldad, de mi rencor. Era verdad, me había hecho un animal peligroso incluso para mí. Pero es lógico no? Estuve hace un tiempo tan cerca de la luz, del placer primario, espiritual. Era lógico que de regreso del mercurio filosófico me toque conocer la pesadez del plomo. Todo está equilibrado.

Ahora ya sé por completo quien soy. Cómo ser feliz si no conozco hasta lo más repugnante de mi?, cómo ser una persona sin conocer el olor de los tejidos de sangre negra?, cómo sostener con firmeza mis riendas sin saber de todos los caminos? Y mientras los ecos del "adiós" de las nubes sucias llegan tarde y lento, a los dos años de la muerte de mi padre, he quemado cerca del mar el plástico que me ataba a un luto prolongado. El fuego, el humo y la ceniza curaron las heridas expuestas por la soga de los muertos en aquel ritual que inció un camino y este cambio.

Ahora, luego de estos dos años yo soy otra y la misma. Me he reconciliado con el fuego y el azul, he inciado nuevas relaciones con la naturaleza y con mi furia, lloré en la plaza de Tian'anmen y vomité cerca de Bruno; también he viajado, bebido, bailado, llorado, gritado, reído, flotado, revolcado, querido, temido, detestado, caído, desaparecido, excitado, trabajado, renunciado y he corrido. Y después de todo sigo limpiándome la nariz de la misma forma.

Ahora voy con la brisa, hasta mi cabello se alegra con el sol.

Tus sonrisas rebotan sobre mi ventanal.

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