martes, 18 de diciembre de 2012

Mierda cotidiana

Hacía esa cola de lunes a viernes. Entre la tensión y ansiedad del resto se esofrzaba por no contagiarse o aburrirse. Pero lo estaba, estaba muerta de aburrimiento, rogaba por un temblor, un robo cruzando la calle o un choque masivo del transporte público.
El alivio de la llegada de su bus sólo duraba los segundos en los que este se detenía por completo. Al abrirse la puerta inciaba la salvaje competencia por entrar. Estaba segura que la desesperación de la gente se debía a que ningún ser humano podría soportar cinco minutos más en esa cola. Empujones, pisotadas, joloneos, caderas, codos, costillas y un brazo que se cruza frente a su cara.
Si Gregorio Samsa viviera en el siglo XXI, dejaría de ser una cuccaracha para ser un usuario del metropolitano.

No hay comentarios.: